La cosa es entregarse a compartir. Para expanderse, para acercarse y para compartirse al mismo tiempo. Desde el éter son visibles los hilos que nos unen. Pero una vez en la tierra hacemos todo lo posible para que estos hilos se rompan. Somos desconsiderados, descuidados. Nos olvidamos por completo que en algún momento tuvimos una súper conciencia que nos guiaba, si nos entregabamos por completo. Los hilos siguen estando, aunque los ignoremos y creamos no verlos. Cada tanto, dependiendo de la apertura de cada uno, sentimos esa conexión, ese hilo que nos une a otra persona. Muchas veces lo confundimos con atracción mundana y la mayor parte de las veces nos sabemos que hacer con esto hasta un tiempo después. Pero todos los hilos se entrelazan inteligentemente para formar el tapíz de esta vida y aunque tapemos nuestra percepcion con capas de basura futurista o con sentimientos arraigados de los que no nos podemos desprender, ese tapíz existe y está mucho mas cerca de lo que imaginamos.
Hay que parar por un momento, recapitulizar, colgarse del árbol por los pies como el Colgado y ver el mundo con otros ojos.
Prestar atención a esa voz interior. Aceptar las conexiones y ver los puentes que nos van llevando hasta donde queremos llegar.
Las almas se regocijan cuando se reencuentran. Se inspiran, se nutren. Son como las musas inocentes que corren por el bosque. Hay que reconocer estos encuentros y dejar de ser uno mismo por un rato, para ser parte del todo y poder ver las infitas posibilidades que esto trae.
Estamos acá para mejorarnos, para evolucionar, aprender y experimentar amor. Todo lo demás, es una ilución...
Tuesday, September 9, 2008
Subscribe to:
Comments (Atom)
